e l a l b a t r o s

En el liceo no me gustaba mucho literatura... será que en aquellos tiempos lo mío eran los números, o será que de rebelde nomás no me parecía que hasta para escribir, que siempre lo tome como algo “libre” hubiera que regirse por tanta norma y regla, que todo lo que leíamos en clase tenia una explicación, la verdadera, además de lo que cada uno interpretaba, no se... no me colgaba mucho eso, así que nunca le di bola a la materia, es mas, todavía debo ese examen...
Pero, (después del pero viene la verdad, ja) hay un poemita que si me quedo, no el texto como para recitarlo a las 3 de la matina en la rambla, pero si lo que trasmitía el tipo con sus estrofas. También será que trata de un bicho y todo lo que tenga que ver con algún especimen del reino animal seguramente se agencia un lugar en mi memoria, pero eso es un detalle nomás...
El punto es que el tipo armo una metáfora en la que los poetas eran como los albatros, entonces plantea que por un lado son sublimes, que tienen la posibilidad de despegar vuelo, de “salir” de donde están y mirarlo todo desde fuera, para maravillarse o no, pero pueden escapar, liberarse de eso que algunos llaman la matrix. Y aunque todo parece genial; el problema (siempre hay un problema para todo) es que no es feliz completamente en esos vuelos, porque se encuentra solo... y necesita compartir eso tan maravilloso simplemente para que tenga sentido... necesita de esos demás que no se interesan por nada, esos demás que no se plantean las cosas... esos mismos.
Ahora bien, estando inmerso en la sociedad, rodeado, tampoco es feliz.... porque se siente y se sabe diferente, porque sufre la incomprensión y el rechazo, porque no puede formar parte activa de ese juego que todo el mundo juega... aunque lo intente, aunque lo quiera, ya no puede, entonces ni una cosa ni la otra, la bendita ambigüedad... Y no se realmente a que viene todo esto, supongo que porque un poco me siento así, ni aquí ni allá, ni conmigo ni con los demás, yo que se... adjunto el texto del poema y manéjense.

Por divertirse, a veces, la gente marinera
caza a los albatros, grandes aves del mar,
que siguen, indolentes compañeros de viaje,
al navío que surca los abismos amargos.

Apenas los han puesto por sobre la cubierta,
estos reyes del azur, torpes y vergonzosos,
dejan penosamente arrastrando a su lado,
sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
él, antes tan bello, es ahora tan cómico y tan feo!
uno quema su pico con la pipa,
otro, imita cojeando al enfermo que volaba.

El poeta es como el príncipe de las nubes
que frecuenta la tormenta y se ríe del arquero;
exiliado en el suelo en medio de abucheos
sus alas de gigante le impiden caminar.
(charles boudelaire)