Dale, no tengas miedo, no es tan fácil. Paratele enfrente, separa las piernas, vas a necesitar estabilidad. Yo estoy con vos. El golpe concreto, al ego, donde más le duele, bien! Ahora a las costillas del perdedor, ganás vos, entendés eso? Venís ganando, por eso estás acá.
Yo estoy con vos. Un golpe por cada cicatriz. Dos golpes por cada herida abierta. Desafialo. Gritale todo en la cara, que te deje en paz, de una buena vez. Desarmalo, casi como él te desarma a vos. Cerrale la puerta del baño en la cara. Dormí con la luz prendida si hace falta, esta pelea es 24hs. Yo estoy con vos. Lo ves débil, porque, aunque siempre vuelva a atormentarnos, se cansa, y se va... y espera agazapado en ese rincón, espera vernos mal, y ataca, es cobarde, igual que nosotros.
No lo dejes terminar contigo, estate atento, es tu turno. Ya es hora.
Ya pasamos por un montón de lugares, ya sabemos donde queremos estar y donde no. A por ello.
La ansiedad está de su lado, ojo, ella también se merece algunos golpes. No me vengas con que no tenés fuerza, uno siempre tiene fuerza, buscá bien, en algún bolsillo caído en el desuso. Buscá bien, en el último cajón tenés un puñado de valor. Yo estoy con vos.
Y la regla de oro, nunca más invitarlo una copa.
Es amigo, nos dice lo que queremos escuchar, nos da la razón, nos acompaña cuando no hay más nadie, es un amigo traicionero y fatal.
No le pegues un tiro. No le cortes las venas. Eso solo lo hará más fuerte. Enfrentalo. No le des tu dulce espalda nunca más, no lo escuches, y hacelo solo, no necesitas a nadie, cada uno tiene su propia pelea. Mostrale que sos fuerte, lo sos.
Cuando se rinda de a poco, cuando le sangre la nariz, cuando prometa arrepentido: otro golpe, no hay compasión, solo por esta vez.
Y cuando este en el piso, hablale suave al oído sobre la muerte,
como el hace contigo...